Esculturas

Prometeo: monumento a los fundadores

Obra del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, es un homenaje a los fundadores de Pereira, a los emigrantes antioqueños y a la resiliencia de su gente. Prometeo, símbolo del sacrificio y la lucha por el progreso, aparece decapitado, con el pecho desgarrado y los brazos extendidos hacia el cielo. Esta representación alude a los campesinos anónimos que enfrentaron duras condiciones de vida y trabajo, así como a los “vicios de la colonia”, como el abuso y la opresión social.

El monumento, inaugurado en 1934, incluye en su base triangular relieves que muestran escenas de los fundadores y sus animales de carga, elementos de las culturas prehispánicas como el pectoral Calima, y referencias a la flora local, como maizales y plantas de café, esenciales para el desarrollo económico de la región.

Desde su creación, la escultura se ha convertido en un ícono de la avenida Circunvalar y un lugar de memoria colectiva. Cada 30 de agosto, en el aniversario de Pereira, se rinde homenaje a los fundadores junto a la Cápsula del Tiempo.

Padre Antonio José Valencia

Nacido en Filandia, Quindío, dejó un legado cívico y social invaluable en las comunidades donde sirvió. Fundó la Villa Olímpica de Pereira.

En Pereira, su lema “Pereira nunca falla” movilizó recursos para apoyar al equipo de ciclismo local, logrando la histórica victoria de Rubén Darío Gómez, “El Tigrillo de Pereira”, en la Vuelta a Colombia. Además, lideró la construcción de importantes escenarios deportivos como el estadio, el coliseo y las piscinas olímpicas, consolidando la ciudad como la capital cívica de Colombia.

El padre Valencia falleció en 1990, y su legado fue honrado con una estatua en el estadio, aunque su remoción posterior generó controversia entre quienes reconocen su impacto como líder espiritual y promotor del progreso comunitario.

 

Bolívar desnudo

Creada por Rodrigo Arenas Betancourt, llegó a Pereira en mayo de 1963 como parte de la conmemoración del centenario de la ciudad. Representa a Simón Bolívar sin ropa, medallas ni espada, evocando un símbolo de libertad, igualdad y humanidad común. Es la única representación de este tipo en el mundo, concebida como un Bolívar-Prometeo que galopa hacia adelante levantando el fuego.

La obra refleja los ideales de pluralismo, autonomía y librepensamiento de los pereiranos, además de criticar los abusos de poder, especialmente en el contexto del régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla

Cronología de su creación y llegada:

  • 1955: Inician las conversaciones entre Arenas Betancourt y el alcalde de Pereira, Lázaro Nicholls, bajo la premisa de querer “un Bolívar diferente”.
  • 1956: Se presenta la maqueta, que genera controversia en Colombia y países vecinos.
  • 1958: Se firma el contrato final por $300,000 pesos. La escultura es tallada en México. La Sociedad de Mejoras Públicas organiza una campaña cívica para recaudar fondos.
  • 1961: Se debate su ubicación; finalmente, se elige la Plaza de Bolívar en lugar del Parque Olaya Herrera.
  • 1963: La escultura, dividida en dos piezas, llega desde México a Buenaventura y luego a Pereira, donde es instalada tras reparaciones menores.

Cristo sin cruz

Del maestro Rodrigo Arenas Betancourt pone en cuestión la representación tradicional de Jesús crucificado al mostrarlo levitando, sostenido por cables metálicos de acero. Su estilo forma parte de las características del arte manierista y se lo consideraba fantasioso y dramático. El cuerpo descarnado, los ojos ojerosos y su expresión inerte explican esta forma de entender el arte. Este cristo no porta la tradicional corona de espinas, sino que se halla coronado por la estrella de redención que otorga un matiz diferente al icono artístico de Jesús crucificado en otras épocas.
Esta escultura, ubicada en la parroquia Nuestra Señora de Fátima, generó controversia por su estilo grotesco y por la exposición de una crucifixión sin cruz, la que el autor la considera un símbolo de los pecados del mundo y que son llevados por la humanidad, no por Jesús. La escultura invita a ser vista desde diferentes ángulos y con ella pretende hacer justicia a los diferentes simbolismos de la muerte y redención. Encargada por la señora Aleyda Mejía e insertada en el legado artístico de Arenas Betancourt en Pereira, esta obra de arte es un testimonio de la estética de la escultura y un llamado a una meditación de la espiritualidad y de la estética.

¿Sabías que el famoso “Prometeo” de Pereira en realidad no se llama así?

El monumento al que todos conocemos como “Prometeo”, ubicado en la circunvalar de la ciudad, lleva en realidad el nombre de “Monumento a los Fundadores” y, aunque representa a la figura de Prometeo, no es un homenaje directo al dios mitológico. Curiosamente, el verdadero “Monumento a Prometeo” sí existe, pero se encuentra escondido a plena vista en la Universidad Tecnológica de Pereira, donde rinde un tributo directo a la leyenda de quien robó el fuego para entregarlo a la humanidad.

¿Sabías que el “Monumento a los Fundadores”, uno de los íconos de nuestra ciudad, esconde una historia fascinante y poco conocida?

Aunque lo vemos como un homenaje al campo y a los campesinos, pocos saben que fue financiado casi en su totalidad por la familia Jaramillo Bernal, quienes contrataron al reconocido escultor Rodrigo Arenas. Con su singular estilo, Arenas creó una obra impresionante: una base de cemento que recorre la historia y el esfuerzo campesino, coronada por un imponente obelisco. En su cima, se alza una figura que simboliza nada menos que a Prometeo, el mítico titán castigado por robar el fuego a los dioses. Allí, con el pecho abierto, revive su castigo diario, recordándonos la valentía y el sacrificio en cada detalle.

¿Alguna vez te has detenido a pensar por qué hay tantos Prometeos en las calles de Pereira?

Cada estatua de este titán griego es un reflejo de la ciudad misma, una mezcla de fuerza, resistencia y espíritu inquebrantable que define a sus habitantes. En el “Monumento a los Fundadores”, el Prometeo no solo representa el trabajo; es un homenaje vibrante al campesino, a las manos callosas que han sembrado el desarrollo de la región. Pereira es cafetera y agrícola, un motor rural y agrario que, como Prometeo, se alza una y otra vez, renaciendo del esfuerzo y la esperanza.

¿Sabes por qué el padre Antonio José Valencia tiene una estatua en la Villa Olímpica de Pereira y por qué su legado vive en cada rincón de la ciudad?

Fue más que un sacerdote: fue un líder que encendió el espíritu cívico de Pereira, guiando a su gente en la monumental tarea de construir con sus propias manos su estadio, su patinódromo, su diamante de béisbol y sus piscinas olímpicas. Con la visión del arquitecto Hernán Ramírez Villegas y el fervor de los pereiranos, cada ladrillo y cada esfuerzo no fueron obra del gobierno, sino de la comunidad misma. Y así, con la misma pasión, impulsaron la creación del Aeropuerto Internacional Matecaña, otro símbolo de su fuerza colectiva. El Padre Valencia es recordado no solo por su fe, sino porque su amor por Pereira dio alas y fuerza a una ciudad entera.

¿Sabías que, en cada iglesia del mundo, sin importar cuán grande o pequeña sea, descansa un misterio que conecta directamente con Roma?

En el corazón del altar, en la mesa sagrada donde se celebra cada misa, se coloca un “ara santa”, una reliquia especial enviada directamente desde el Vaticano. Con cada nueva iglesia, el Papa en funciones selecciona una reliquia específica que será enviada en una ceremonia solemne y rodeada de gran seguridad. Esta tradición, llena de simbolismo y misticismo, une a cada iglesia en el planeta con el centro mismo de la fe católica, haciendo tangible la conexión entre lo sagrado y lo universal.

¿Sabías que el icónico Bolívar Desnudo de la Plaza Principal fue un regalo especial para la ciudad en su centenario?

Cuando Pereira cumplió 100 años, la Sociedad de Mejoras, la Alcaldía y varios miembros de la comunidad se unieron para regalarle a la ciudad una obra monumental: la plaza Bolívar, acompañada por la imponente escultura del libertador, símbolo que decora las plazas de las principales ciudades de Colombia. Curiosamente, Pereira es una de las pocas ciudades que destaca por esta tradición, ya que, en San Juan de Pasto, Nariño, no existe una Plaza Bolívar. Este regalo no solo cubrió una necesidad simbólica para la ciudad, sino que convirtió a la Plaza Bolívar en un referente cultural y arquitectónico único en el país.

¿Sabías que el icónico Bolívar Desnudo de Pereira no siempre estuvo pensado con una antorcha en la mano?

Cuando el talentoso escultor Rodrigo Arenas Betancur recibió el encargo de esta obra, se encontraba viviendo en México, y fue allí donde ideó una versión revolucionaria de Bolívar: un Bolívar en posición ecuestre, despojado de toda indumentaria, mostrando su fuerza y libertad en su estado más puro. En el diseño original, el libertador llevaba en alto una bandera, símbolo de lucha y esperanza para el continente. Con esta obra, Arenas Betancur no solo entregó una escultura, sino un Bolívar que desafía lo tradicional, una visión audaz que ha transformado a la Plaza Bolívar en un ícono único en Colombia.

¿Sabías que el icónico Bolívar Desnudo llegó a Pereira en dos partes y sufrió un accidente inesperado en el trayecto?

La escultura, que hoy preside la Plaza Bolívar, llegó a la ciudad desmontada: el cuerpo de Bolívar y su caballo por un lado, y las banderas separadas. Al bajar las piezas en la estación del ferrocarril del Parque Olaya, un incidente marcó su llegada: el brazo del Bolívar se rompió. Fue necesario llevar las piezas a la plaza y, con la guía del maestro Arenas Betancur, soldar el brazo para devolverle su integridad. Esta historia agrega un toque especial a la escultura, pues no solo simboliza la valentía y libertad de Bolívar, sino también la fortaleza y el ingenio de quienes la restauraron para convertirla en el símbolo que es hoy.

¿Sabías que la icónica posición del Bolívar Desnudo en la Plaza Bolívar no era la originalmente planeada?

En sus primeros días, la idea era que la estatua mirara hacia la Calle 20, quedando de espaldas a la catedral y generando una vista en la que la famosa escultura del libertador y su caballo daban la espalda directamente al altar. Esta propuesta provocó una fuerte oposición del obispo y de la comunidad católica, quienes consideraron inapropiado que el Bolívar Desnudo mostrara su parte posterior hacia el templo. Finalmente, tras un acalorado debate que agitó a la sociedad conservadora de la época, se decidió darle la vuelta para que el Bolívar quedara en la posición que hoy conocemos: mirando al frente de la catedral. Así, la estatua encontró su lugar definitivo, y se convirtió en un símbolo de identidad para la ciudad, con una historia de lo más interesante detrás de su orientación.

¿Sabías que la estatua del Bolívar Desnudo guarda un secreto oculto?

Durante el gobierno del alcalde Enrique Antonio Vázquez, se realizó una intervención especial para limpiar y restaurar la escultura, que llevaba casi 50 años allí y mostraba daños causados por el paso del tiempo y las palomas. En medio del proceso, los encargados hicieron un descubrimiento inesperado: el Bolívar Desnudo tiene una trampilla oculta en el lomo del caballo. Nadie sabía que la estatua podía abrirse, pero cuando el ingeniero encargado inspeccionó la obra, en compañía de María Elena Quintero, viuda del escultor Rodrigo Arenas Betancur, encontraron una puerta muy disimulada. Acompañada de su hijo y un trabajador, lograron abrir la trampilla y entrar al interior de la estatua. Este pasaje secreto es solo uno de los muchos datos curiosos que rodean a la famosa escultura.

¿Sabías que el Bolívar Desnudo guarda en su tea un homenaje eterno al maestro que le dio vida?

Tras el fallecimiento del escultor Rodrigo Arenas Betancur, su viuda, María Elena Quintero, reveló un último deseo del artista: que parte de sus cenizas reposaran en la tea de su obra más icónica, el Bolívar Desnudo de Pereira. Ella presentó al alcalde un documento en el que Arenas expresaba su voluntad de permanecer, en parte, en esta estatua y, en parte, en su ciudad natal, Medellín. Finalmente, así se cumplió su deseo, y hoy, la tea de la escultura no solo ilumina la plaza, sino que también guarda los restos de su creador, entrelazando para siempre la historia del maestro Arenas con la de Pereira.

¿Sabías que el famoso Cristo sin cruz se erige en un terreno donado por una de las mujeres más ricas de la región?

Todo comenzó cuando el padre José María Ruiz Piedrahita, enviado por monseñor Baltasar Álvarez de Restrepo, llegó a Maraya con una misión clara: fundar una comunidad católica y construir una iglesia. Al llegar, conoció a una mujer cuya riqueza contrastaba con su curioso nombre: Doña Pobreza Vélez. Esta millonaria de alma generosa ofreció al padre un lote que tenía sin uso, diciendo: “Padre, tome este terreno y levante aquí su templo”. Así, en ese lugar sagrado, el espíritu de Maraya cobró vida en un santuario único, legado de una mujer cuyo nombre era tan intrigante como su generosidad.

¿Sabías que el icónico Santuario de Fátima en Pereira, donde reposa la enigmática estatua de Cristo sin cruz, fue obra de un visionario arquitecto local?

Jesús Vélez, sobrino de Doña Pobreza Vélez y un pionero de la arquitectura en la ciudad, no solo diseñó este lugar de recogimiento y devoción, sino que fue también el primero en construir un edificio de más de tres pisos en Pereira, marcando el inicio de una nueva era en su historia urbana.

¿Sabías que la iglesia de Fátima desafía todas las normas eclesiásticas de su tiempo?

No es la típica iglesia dividida en tres naves, sin esas solemnes columnas que parecen elevar el techo al cielo. Esta obra rompe con los cánones establecidos: el arquitecto Jesús Vélez, pionero en Pereira, concibió un diseño que, en su época, parecía casi una herejía. Sin embargo, su enfoque moderno convirtió a la iglesia en un símbolo de vanguardia arquitectónica, una declaración audaz de que lo sagrado también puede habitar en formas inesperadas.

Aquí te cuento cómo surgió la idea del cristo sin cruz

En el corazón de la pequeña parroquia de Fátima, el padre José María Ruiz Piedrahita soñaba con una visión diferente para su iglesia: una iglesia moderna que rompiera con lo establecido. Cuando llegó el momento de colocar la imagen de Cristo, él no quería un Cristo tradicional, clavado en la cruz. Para él, este Cristo debía ser libre, imponente, y tan innovador como su propia fe. Con el apoyo entusiasta de sus feligreses —vecinos adinerados y generosos— contactaron al maestro Rodrigo Arenas Betancourt, escultor muy reconocido en la región, quien dio vida a la singular escultura: un Cristo sin cruz, monumental, de bronce y casi 10 toneladas de peso, que parecía flotar entre el peso de la tradición y la fuerza de una nueva espiritualidad.

¿Alguna vez te has preguntado cómo llegó hasta su lugar imponente el Cristo sin cruz que ahora domina el paisaje?

Este coloso de diez toneladas no siempre fue como lo ves. Cuando arribó al santuario, le faltaban los brazos, sólo eran el cuerpo y la cabeza de una escultura monumental. Fue ahí, sobre el suelo sagrado, donde el maestro Rodrigo Arenas y sus ayudantes soldaron los brazos, pieza a pieza, mientras construían una estructura interna para sostener su peso inmenso desde los hombros. Y al final, entre rezos y el esfuerzo de muchos, la mole fue elevada con precisión sobre un refuerzo en el techo, obra del señor Jesús Vélez, quien tuvo que asegurarse de que pudiera soportar semejante carga. Así se alzó esta maravilla, una hazaña humana de fuerza y devoción, suspendida sobre todos nosotros en señal de fe.

¿Sabías que el gran maestro Rodrigo Arenas Betancourt alguna vez soñó con ser sacerdote?

En una época en la que estudiar era un lujo reservado para los ricos, la vida religiosa era el único camino posible para un joven humilde que deseaba obtener una educación. Pero Arenas Betancourt no se conformó. Al terminar su bachillerato, descubrió que su verdadera vocación no estaba en los sermones ni en las sotanas, sino en el arte. Con una chispa rebelde y un espíritu inquieto, eligió un camino más audaz: el de la escultura y la pintura, a través de la cuales dejó una huella monumental que transformó el arte colombiano.

¿Te has preguntado de dónde surgió la audaz idea del maestro Rodrigo Arenas Betancourt para crear el Cristo sin cruz?

Fue una petición especial del padre José María Ruiz Piedrahita, respaldada por doña Aleida Mejía de Ramírez, una destacada matrona local, quienes buscaban una representación de un Cristo diferente, fuera de lo convencional. Inspirado en las figuras que moldeaba a partir de la cera derretida de los velones en sus tiempos de estudio, el maestro propuso una escultura única: un Cristo que parecía derretirse, cargado de simbolismo y una atmósfera de introspección. Aquella obra, nacida de las sombras y la cera, desbordaba el dolor humano y lo divino, atrapando al espectador en un suspiro de asombro y reflexión.

¿Sabías que el emblemático Cristo sin cruz de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima casi no logra su lugar?

Cuando monseñor Baltazar lo vio por primera vez, quedó perplejo. Aquella figura desgarbada y famélica, un Cristo sin cruz que parecía llevar el peso de la humanidad en su frágil silueta, le pareció tan feo que de inmediato preguntó al padre José María Ruíz Piedrahita por la falta de la cruz. Con una chispa de ingenio, el padre le respondió: “Monseñor, la cruz la llevamos usted y yo”. Esa respuesta resonó más fuerte que cualquier sermón: en el peso de sus propias responsabilidades, entendieron el verdadero significado del sacrificio.

¿Sabías que el Cristo sin cruz, esa majestuosa y enigmática escultura, esconde un detalle tan sorprendente como simbólico?

La cabeza de esta figura está vacía, y no por casualidad: el maestro Rodrigo Arenas Betancourt lo diseñó así, diciendo que su pensamiento no está con él, su pensamiento está en nuestros corazones. Fue esta idea, profunda y conmovedora, la que el padre José María Ruiz Piedrahita compartió con la comunidad para ganar su aprobación y, con ello, el beneplácito final de Monseñor Baltazar. Hoy, el Cristo sin cruz ocupa un lugar especial en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, no solo como una obra de arte, sino como un símbolo de unión y espiritualidad compartida

¿Te has preguntado alguna vez dónde llegaron los primeros colonos en Pereira?

Aunque hoy el centro es el corazón de la ciudad, aquellos primeros pobladores no se asentaron ahí. Al contrario, se establecieron en lo que hoy conocemos como Condina. Sin embargo, estas tierras no ofrecían la fertilidad que esperaban, lo que llevó a los colonos a trasladarse poco a poco hacia zonas más cercanas al centro actual. Así comenzó el movimiento que dio forma a la Pereira que conocemos hoy.

¿Te has preguntado quién sentó las bases para la Constitución de 1886?

Don Francisco Pereira Martínez fue uno de los primeros en dejar los indicios de lo que sería la creación de esta importante Constitución, que con el tiempo se convirtió en uno de los pilares de nuestra historia jurídica.

¿Sabías que, en el siglo XIX, para fundar una ciudad, se realizaba un acto simbólico muy particular?

En lugar de ceremonias complejas, bastaba con que los fundadores desenvainaran una espada y marcaran una gran X en un árbol, a menudo cortándolo parcialmente. Este sencillo gesto se convertía en el primer hito de la nueva ciudad, dejando así, con una sola marca, el inicio de lo que sería un nuevo asentamiento.

¿Sabías que Pereira tuvo tres fundaciones a lo largo de su historia?

La primera ocurrió en 1540, cuando el mariscal Jorge Robledo, quien entonces ostentaba el rango de capitán, llegó a estas tierras y fundó la ciudad de Cartago. Sin embargo, apenas un año después, en 1541, llegó su superior, Sebastián de Belalcázar, quien informó que la ciudad había sido mal fundada I. Esto obligó a los colonizadores a realizar una nueva fundación.

Finalmente, el 30 de agosto de 1863, con una ceremonia religiosa encabezada por el padre Remigio Antonio Cañarte, se fundó legalmente la ciudad de Pereira, que conocemos hoy. Esta tercera y última fundación marcó el inicio de un nuevo capítulo para la ciudad y sus habitantes, consolidando su identidad y lugar en la historia de Colombia.

¿Sabías que la emblemática Plaza de Bolívar no siempre llevó ese nombre?

En sus primeros años, fue conocida como Plaza Victoria, reflejo de una época en la que nuestra identidad aún estaba marcada por influencias europeas. De hecho, el diseño urbano de la ciudad y el trazado de sus calles fueron obra de un arquitecto inglés llamado Walker, quien eligió el nombre de “Plaza Victoria” para este lugar central que, con el tiempo, se convertiría en un ícono de nuestra historia y cultura.